Tomando el sol sobre millones de conchas marinas: así surgieron las playas de Fuerteventura

Fuerteventura es un paraíso para el turismo, no cabe duda. Sus interminables playas de arena blanca y agua cristalina son, junto a un clima soleado de suaves temperaturas, el principal atractivo que invita a más de dos millones de turistas a visitarnos cada año.

Turistas y residentes acudimos a la playa, tranquilos y despreocupados, seguros de encontrar cualquier día del año un escenario idóneo para relajarnos y disfrutar. Tumbados bajo el sol, recogemos un puñado de arena y jugueteamos con él. El cielo luce azul, escuchamos el rumor de las olas, y nos encontramos, sin ser conscientes de ello, sosteniendo en nuestras manos unos cincuenta mil granos de arena, cada de ellos, distinto del otro.

¿De dónde viene toda esa arena? ¿Cómo se formó? ¿Por qué Fuerteventura tiene más playas y son más extensas que el resto de las islas? ¿Estuvieron las playas siempre aquí? ¿Lo seguirán estando mañana? Todas ellas son preguntas que no nos planteamos habitualmente, pero que tienen sorprendentes respuestas.

¿De qué está hecha la arena?

En Fuerteventura, la arena de playas y dunas tiene mayormente un origen orgánico, esto es, que provine de organismos vivos, concretamente de las conchas que dieron cobijo a millones y millones de moluscos marinos en tiempos remotos. Basta observar de cerca ese puñado de arena que sostenemos en nuestras manos para darnos cuenta que, cada uno de sus granos tiene un tamaño, un color y una forma distintos, y en muchos de ellos podemos incluso reconocer la forma de las conchas originales.

Se trata de una realidad abrumadora. Cuesta imaginar la increíble cantidad de moluscos que vivieron y murieron durante millones y millones de años para acabar en las playas actuales.

Este material sedimentario, la arena que en esta tierra denominamos «jable», se encuentra en la mayor parte en las playas de Fuerteventura y Lanzarote, y en muchas de Gran Canaria. Pero no siempre es así. De hecho, lo más común es que la arena provenga de la erosión de las rocas, lo que da lugar, como es el caso de las islas occidentales, a particulares playas de arena de origen volcánico.

¿Cómo se forman las playas?

La formación de las playas de Fuerteventura se debe a un cúmulo de factores. En primer lugar, su antigüedad. Con una edad de unos 27 millones de años, Fuerteventura es la isla más erosionada. Por eso, a diferencia de las islas más modernas, cuenta con una extensa plataforma submarina que se prolongan bajo el mar, más allá de la costa. Un segundo factor son las corrientes que levantan los sedimentos marinos que afloran desde los fondos abisales y los arrastra hasta el litoral. En tercer lugar aparecen el viento y las olas. Las olas depositan los sedimentos sobre la plataforma, para que luego, con el cambio de mareas, el viento los arrastre hasta el interior.

Este proceso en que intervienen la plataforma, la corriente, el viento y el mar se sostiene gracias a un delicado equilibro. Este procedimiento descrito es el que ocurre, por ejemplo, en las Dunas de Corralejo, y por lo tanto, se ve inevitablemente afectado por la proliferación de construcciones alrededor del Parque Natural.

Sin embargo éste, aunque tiene un origen similar, no es el único proceso observable para la formación de las playas en Fuerteventura, sino que cada caso tiene sus particularidades. Por ejemplo, en el sur de la isla, existe una enorme cantidad de dunas fósiles calcáreas, playas que existieron en el pasado y que quedaron sepultadas por erupciones volcánicas posteriores y que hoy observamos como lenguas blancas  en los acantilados. Estas formaciones fósiles se van paulatinamente erosionando y sirven de aporte para las dunas del istmo de La Pared o las playas de Jandía.

En otros casos como, en Lajares, se encuentran enormes cantidades de arena tierra adentro. Se trata de antiguas playas que, tras las últimas erupciones registradas en los volcanes de Mascona y Bayuyo (hace entre 135.000 y 30.000 años), quedaron relegadas y acumuladas en zonas interiores.

Excursiones Fuertecharter | Grandes Playas de Corralejo, Fuerteventura
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¿Por qué en otras islas no hay playas como las de Fuerteventura y Lanzarote?

Las plataformas costeras majorera y conejera, así como también una parte de Gran Canaria, ofrecen un escenario con el que no cuentan las islas occidentales. De hecho, Fuerteventura y Lanzarote se integran en un mismo edificio volcánico, pues surgieron juntas geológicamente, y estuvieron unidas en el pasado, aunque, a día de hoy, esa conexión se encuentra en el estrecho de La Bocaina, a unos 20 metros de profundidad.

Por el contrario, las occidentales son islas mucho más escarpadas, y todavía se levantan en la actualidad sobre edificios volcánicos casi completamente verticales. Seguramente, dentro de millones de años, cuando la erosión haya causado su efecto inexorable, Tenerife, La Palma, La Gomera y El Hierro contarán con maravillosas y extensas playas, mientras que Fuerteventura y Lanzarote habrán quedado sepultadas bajo el mar.

¿Seguirán inmutables las playas de Fuerteventura?

Indudablemente, no. Todos los procesos geológicos, aunque en la escala de una vida humana son difícilmente observables, son constantes y modifican continuamente la superficie de La Tierra. En algunos casos podemos observar directamente estos procesos, como fue la erupción del Volcán Teneguía, en La Palma, que en el año 1971 amplió la superficie de la isla en unos dos millones de metros cuadrados.

Pero y, ¿en Fuerteventura? En Fuerteventura ocurre exactamente igual. En los casos en que las playas se nutren de arena procedente de formaciones calcáreas (antiguas playas fosilizadas), se trata de un material finito que terminará algún día por erosionarse completamente. En otros casos como las dunas y playas de Corralejo, se trata de formaciones que existen hace apenas 15.000 años, una edad muy joven geológicamente hablando, y que se retroalimentan en un delicado equilibrio entre las corrientes, el viento y las olas. Cualquier cambio de origen ambiental que modifique estos factores podría provocar que la retirada de la arena sea mayor que el aporte, con lo que la playa comenzará a desaparecer paulatinamente.

Pero no hace falta que nos vayamos tan lejos. La acción del ser humano puede ser mucho más repentina que los factores geológicos y ambientales. Las construcciones que hemos ido desarrollando en el medio natural podrían ser devastadoras a medio plazo. Carreteras, hoteles y viviendas pueden influir de manera drástica en los ciclos naturales de la arena, provocando que, paradójicamente, el aprovechamiento económico de nuestros recursos naturales a través del turismo suponga el fin de la misma industria, al hacer desaparecer esos valores que hacen atractivo nuestro destino.

Debemos permanecer vigilantes, planificar a largo plazo y exigir exhaustivos estudios ambientales antes de autorizar nuevas construcciones, pues no sólo depende de ello la salud de nuestros parajes naturales, sino la pervivencia de la propia actividad turística.