Erigidos como centinelas en las costas majoreras, una serie de esculturas naturales conforman la Senda de los Cetáceos, un proyecto que proclama la riqueza y la biodiversidad del medio marino, y que reivindica una conciencia colectiva para proteger y defender un hábitat saludable, libre de amenazas para las especias marinas que habitan en nuestras aguas.
Fuerteventura es un paraíso para los cetáceos, y entre los que podemos encontrarnos están el delfín mular (tursiops truncatus), el calderón gris o delfín gris (grampus griseus), gigantes de hasta 20 metros como los cachalotes (Physeter macrocephalus) y los rorcuales, lo que comúnmente llamamos ballenas (Physeter macrocephalus), o grandes manadas de delfines comunes y moteados. Los zifios también habitan en las islas, pero son animales que pasan la mayor parte del tiempo en las profundidades y son difíciles de avistar.
No en vano, las aguas de Fuerteventura, Lanzarote, y en general de toda Canarias, son un destino privilegiado para practicar el avistamiento de aves, tortugas y otros animales marinos. Por supuesto, los cetáceos son una de las estrellas de esta actividad, y no resulta extraño encontrarse con ellos cualquier día de pesca, o dando un paseo en catamarán alrededor de la Isla de Lobos.
Esculturas surgidas del mar
Basado en la recuperación y exposición de los esqueletos de estos grandes y longevos animales, la Senda de los Cetáceos es un proyecto que ha recorrido un largo camino desde que diera comienzo en abril del año 2000, cuando tuvo lugar el varamiento en la costa de Majanicho de un rorcual común (Balaenoptera physalus) hembra, cuyo esqueleto fue expuesto al público por primera vez en 2003 en las Salinas del Carmen. Los ejemplares de cetáceos que han dado lugar a estas esculturas han aparecido en las costas de la isla o flotando en sus aguas en diferentes circunstancias. Algunos murieron por causas naturales, y otros a consecuencia de actividades humanas, como por ejemplo colisiones con embarcaciones o sónares militares.
Actualmente, esta espectacular iniciativa cuenta con seis esculturas expuestas por toda la isla. Curiosamente, la mayoría de ellas están muy cerca de donde se produjo el varamiento del cetáceo. Actualmente, las esculturas se distribuyen:
En la zona norte, en el Centro de Interpretación de la Isla de Lobos, se encuentra expuesto un calderón tropical (Globicephala macrorhynchus) de 4,6 metros, un espécimen que varó por causas naturales en 2009 en el propio islote, junta al Faro de Martiño. También se puede visitar en El Cotillo el esqueleto de un zifio de Cuvier (Ziphius cavirostris), de 6 metros de largo, un ejemplar localizado en Majanicho en 2004, coincidiendo con la muerte de otros cuatro zifios entre Lanzarote y Fuerteventura, un varamiento masivo asociado a las maniobras navales militares internacionales ‘Magestic Eagle 04’.
En la zona centro se encuentra uno de los más espectaculares de la isla, un rorcual común (Balaenoptera physalus), de casi 20 metros de largo, que se erige desde el año 2003 en las Salinas del Carmen, junto al Museo de La Sal. Otra ballena, en este caso un rorcual tropical (Balaenoptera edeni) de 9 metros, se exhibe en el espigón del muelle de Puerto del Rosario, junto a la playa de Los Pozos.
En la zona sur se encuentra otra de las joyas del proyecto, un majestuoso cachalote (Physeter macrocephalus) de 15 metros instalado en el Saladar de Jandía. Un zifio de Cuvier (Ziphius cavirostris), de 5,5 metros, localizado hace una década junto al Faro de La Entallada, cierra la exposición en la avenida marítima Paco Hierro de Gran Tarajal.
La Fundación Canarias Conservación, dirigida por el biólogo marino Manuel Carrillo, es la institución responsable de ejecutar este proyecto que coordina y financia el Cabildo de Fuerteventura.
Concienciar a la población residente y a los turistas sobre la necesidad de proteger el medio marino es una batalla que libran diariamente instituciones locales, asociaciones ambientales y empresarios del sector náutico. Un entorno marino saludable y sostenible es imprescindible en una isla como Fuerteventura, que no sólo vive del turismo y de la excelencia de sus playas, sino también de otros sectores como el pesquero, el transporte marítimo, los puertos deportivos, la desalación del agua…
La exposición de esqueletos de cetáceos es un punto más para extender esta conciencia, y sirve para llamar la atención sobre estos longevos gigantes marinos que nos acompañan cada día, muchas veces sin nosotros verlos. Al igual que los humanos, son mamíferos que viven en familias y que se comunican de manera fluida entre todos sus miembros. Como vigías desde lo alto vigilan, desde tierra, su medio por nosotros, y nos recuerdan, con su imponente presencia, la necesidad de conservarlo.
Cómo se convierte en escultura el esqueleto de un cetáceo
La Senda de Los Cetáceos se es un proyecto que consiste en recuperar los cadáveres y restaurar los esqueletos de estos animales para su posterior exposición a modo de esculturas naturales, una iniciativa que requiere de un proceso lento y laborioso y que combina métodos científicos y artesanales.
El procedimiento completo comienza con la retirada de la mayor cantidad posible de materia orgánica adherida a los huesos del cadáver del animal. Para ello, se hace necesario enterrar el esqueleto bajo tierra, preferentemente en picón, para favorecer su correcta descomposición. Una vez desenterrado, tiene lugar una segunda fase que se puede alargar otros dos años, en la cual se aplica un lavado de agua a presión a los huesos y se dejan a la intemperie para proceder a su limpieza natural con la aplicación de diferentes tratamientos.
El equipo de la Fundación Canarias Conservación se vale para ello de una interesante técnica, que consiste en un aplicar a los huesos un tratamiento de agua, látex, endurecedores, fungicidas y algicidas, que favorecen su conservación frente a amenazas como hongos y humedad, y evitando que el esqueleto pierda su blancura natural.
El montaje de la escultura se consigue al finalizar el tratamiento y ensamblaje de casi 300 huesos individuales. Algunas partes como la cola de los animales, que no tienen huesos, se reproducen a semejanza del apéndice original.