Durante los siglos XVII, XVIII y XIX, una de las actividades que movió el panorama económico de la historia de Fuerteventura, dándole de comer a muchísimas familias, fue la exportación de cal a Gran Canaria, Tenerife y La Palma.
En Fuerteventura existía (y existe en la actualidad) una gran cantidad de roca calcárea, que a grandes temperaturas (entre 900 y 1000ºC) se transforma en cal, dividida en dos tipo:
- Cal de albeo: utilizada para blanquear las paredes. Es una cal orgánica que se obtiene de grandes depósitos sedimentarios de caparazones de animales marinos. Se encuentra normalmente a pie de costa. Se necesitan mayores temperatura y más tiempo de cocción para obtenerla que el otro tipo.
- Cal química o piedra de cal: se encuentra en el interior de la isla, a escasos centímetros de profundidad, y se utiliza para la construcción, para depurar aguas de aljibes…
Por este motivo, hoy en día podemos encontrar numerosas construcciones de hornos de cal, alguno de ellos restaurados, de los 300 que se calcula llegaron a existir en la isla, hasta que hacia 1970 el cemento sustituyó a este material, haciendo desaparecer poco a poco el oficio de los caleros, que había comenzado en la isla hacia 1641.
En un principio, los barcos que recogían la cal para exportarla a las otras islas, fondeaban en puertos como los de El Cotillo, Caleta de Fuste y Ajuy, donde no había muelle y entonces el proceso de carga de los barcos era muy laborioso, ya que la cal no puede mojarse, porque si se moja aumenta su volumen hasta el 50%. Tenía que ser transportada con mucho cuidado en barcazas hasta los barcos, que una vez cargados partían hacia su destino, rezando porque la cal no se mojara, ya que un aumento del volumen podía hacer reventar el barco.
Cuando se descubrió que la bahía de Puerto del Rosario era mucho mejor, se trasladó toda la actividad a la capital, convirtiéndose esta, en la primera mitad del s.XX, en el “Puerto de la Cal”, donde se construyeron una serie de complejos industriales que dieron trabajo a una parte importante de la población de la época.
En los primeros 10 años del siglo XX se contabilizaron unas 70.000 toneladas de cal exportadas.
En Fuerteventura se distinguen dos tipos de hornos de cal, en función de las dimensiones y del combustible que utilizaban:
- Las caleras u hornos domésticos de leña: predominaban en los pueblos del interior. Utilizaban como combustibles aulagas, tarajales y matos. Tenían una baja capacidad de producción por hornada y el producto obtenido se destinaba al consumo interno o doméstico. Estos hornos solían ser circulares y su altura no solía superar los 4m.
- Hornos industriales de carbón: denominados también de continuo, debido a su producción sin interrupción. Tenían una gran capacidad de producción de cal. Suelen ser de planta rectangular, pudiendo alcanzar de 8 a 12 m de altura. Sobresalen los hornos de la Hondura y los de El Charco en Puerto del Rosario.
Hay que hacer una mención especial a los hornos de Ajuy, que no pueden incluirse en ninguna de estas dos clases, ya que eran unos agujeros excavados en el suelo, de unos 12m de altura y 3m de diámetro, realizados en un pequeño acantilado al lado del mar.
La manera de transportar la piedra cal era con camellos y burros, en cestas pedreras de unos 10kg, y las herramientas utilizadas para extraerla eran: la pala, el pico, el martillo, la cuña, la barra para apalancar la piedra, el marrón, para partir la piedra más grande, la mazeta, para partir la piedra pequeña.
Una vez llevada la piedra caliza hasta el horno, se procedía al llenado del mismo por la abertura superior, intercalándose una capa de piedra y otra de combustible, hasta colmar por completo el cono del horno.
El encendido del horno se realizaba por la parte baja del horno, donde había otra abertura; se colocaban aulagas secas y apretadas, y a continuación se iniciaba el incendio. De esta manera, el fuego se iba transmitiendo a las distintas capas de combustible, convirtiendo el caliche en cal viva.
El proceso de cocción de la cal podía demorarse varios días, incluso llegar a pasar la semana. El proceso se acababa cuando el color del humo empezaba a ser blanco.
La cal se sacaba del horno por la parte inferior, moviendo o golpeando la parrilla de hierro, sobre la que se apoyaban las piedras, ahora transformadas en cal, que cae desmenuzada al piso del horno.
Tras finalizar la cocción, se le añade el agua a la piedra de cal o cal viva, obteniéndose así la llamada cal apagada (hidróxido de calcio). Esta cal ya estaba lista para cargarse y transportarse.
Los hornos de cal del islote de Lobos
En el vecino islote de Lobos, al que acudimos a diario con nuestras excursiones en barco, llegó a haber 4 hornos de cal, de los que en la actualidad se conservan 3: Atalaya Grande, Las Lagunitas y el Horno de la Calera.
Estos hornos están situados en zonas cercanas a la costa, donde existen formaciones calizas de origen orgánico, que provienen de caparazones y restos de esqueletos de animales marinos. Por tanto, la cal que se obtenía en el islote era cal de albeo, para blanquear paredes.
En nuestras diarias excursiones en barco al islote de Lobos desgranamos la historia de Fuerteventura para que nuestros visitantes, además de llevarse una experiencia marina inigualable, se vayan con un poco más de conocimiento sobre nuestra isla.
El Equipo de FuerteCharter