La salida de nuestras excursiones en barco desde Corralejo hacia el islote de Lobos está caracterizada por las impresionantes vistas paisajísticas que presenta, a nuestras espaldas, el Parque Natural de las Dunas de Corralejo.
Una inmensa extensión de arena dorada que cubre 2.668,7 hectáreas y que contrasta fuertemente, con su color amarillento, sobre el azul intenso del cielo y los tonos turquesas de las aguas de la costa este de Fuerteventura.
El Parque Natural de las Dunas de Corralejo, al que también pertenece el islote de Lobos, fue declarado como tal el 15 de octubre de 1982, y fue reclasificado definitivamente como Parque Natural el 19 de diciembre de 1994, por la Ley de espacios Naturales de Canarias.
La formación de las dunas que configuran este parque es totalmente orgánica, es decir, se han ido construyendo por la acumulación, en el norte de la isla, de restos de conchas de millones de moluscos y otros organismos marinos con esqueleto externo, disgregadas y pulverizadas. Estos restos son depositados por el mar y, una vez secos, amontonados por las corrientes eólicas. El viento crea en las dunas diferentes morfologías, como por ejemplo las rizaduras, que son pequeñas ondulaciones, y la fuerza del viento hace que las dunas no sean fijas, sino que se vayan desplazando lentamente, bien de forma independiente o bien en cordones que se mueven transversalmente a la dirección del viento.
Las dunas son un sistema muy frágil, ya que cualquier obstáculo que se sitúe en el área de acción del campo de dunas producirá una modificación en su dinámica.
Generalmente en el frente del campo dunar se genera una anteduna, que al estar más próxima al mar y más húmeda casi no se desplaza y en ella crece vegetación que impide aún más el desplazamiento. Esta anteduna hace de barrera, frenando en gran medida la fuerza erosiva del viento del mar, sobre todo en períodos de temporales.
Bajo los varios metros de fina arena blanca depositada, se puede distinguir a veces los cimientos del “malpaís” (rocas de filos y bordes muy cortantes), característico de esta zona volcánica.
La dunas limitan al norte con el pueblo de Corralejo, y al sur con el “malpaís” de Montaña Roja, siendo su barrera por el este el inmenso océano de aguas turquesas y paradisíacas, donde un chapuzón puede resultar el más idílico entretenimiento.
El valor científico de estas dunas es importantísimo y en ellas habitan numerosas especies endémicas protegidas y amenazadas, lo que le ha valido la declaración de zona de especial protección para las aves (ZEPA) y, desde el 13 de julio de 1990, área de sensibilidad ecológica, según la Ley de Prevención de Impacto Ecológico.
Entre las aves que podemos encontrar en la zona tenemos la Hubara Canaria (muy escasa), corredores, gangas, alcaravanes, cernícalos, bisbitas camineras, y terreras marismeñas o tarabillas canarias.
Y en lo que parece un verdadero desierto, descubrimos la existencia de algunas plantas valientes, capaces de aguantar las duras condiciones climáticas de esta zona, la ausencia de agua dulce y la gran salinidad del medio. Este es el caso de Androcymbium gramineum psammophilum, especie endémica protegida y amenazada. También encontramos cebollines estrellados, melosas, junquillos y espinos de mar.
El Parque Natural de las Dunas de Corralejo es uno de los principales puntos de interés turístico en la isla de Fuerteventura, y sus dunas son las más grandes del Archipiélago Canario, teniendo también gran importancia las de Maspalomas (Gran Canaria). En el pasado tuvieron relevancia otros sistemas como El Jable (Lanzarote), Jandía (Fuerteventura) o Guanarteme (Gran Canaria).
Los sistemas dunares, a parte de ser un atractivo en sí mismos, que reúnen a diario la visita de gran número de turistas, son un claro indicador de playas de calidad, y sin duda, en el este de la costa majorera se encuentran algunas de las playas más paradisíacas de nuestra isla de Fuerteventura, arropadas por este manto de dunas de una belleza incalculable.
El equipo de FuerteCharter