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Los Sebadales: vida en los fondos arenosos

En la ruta que recorremos a diario en FuerteCharter, con nuestras excursiones desde Corralejo, atravesamos una zona de alto interés como ecosistema marino: los sebadales de Corralejo.

Fuerteventura es la isla del archipiélago que cuenta con mayor número de playas de arena fina y dorada, por este motivo es calificada como “la playa de Canarias”. Estas extensiones arenosas, en su parte sumergida dan lugar a las praderas de fanerógamas marinas —parecidas al césped terrestre—, que se diferencian de las algas por presentar raíces (en gran cantidad, para poder anclarse al sustrato arenoso), tallos y hojas.

Las fanerógamas marinas necesitan de una salinidad entre el 30-37%, recibir la radiación lumínica apropiada para realizar la fotosíntesis (por lo que se sitúan entre la zona intermareal y los 60 metros de profundidad, cuando las aguas son muy limpias y claras), tienen que contar con un sustrato de calidad y también con aguas claras y ricas en nutrientes.

De las 66 especies de fanerógamas marinas distribuidas por todas las zonas costeras del mundo, en Canarias contamos con 4 de ellas, entre las que destaca la Cymodocea nodosa, conocida popularmente como seba. Etimológicamente, Cimódoce era una de las “ninfas del mar” en la mitología griega, y nodosa hace referencia a la presencia de nudos.

Distribución
Las praderas de C.nodosa, sebadales o manchones, se localizan principalmente en bahías protegidas de la zona este, sureste, sur y suroeste, tanto de Fuerteventura como del resto de las islas. Abundan más en las islas orientales, al ser las más antiguas y erosionadas, por lo que presentan el mejor sustrato arenoso.

Debido a la marcada estacionalidad del crecimiento vegetativo de estas plantas, los sebadales tienen un aspecto diferente dependiendo de la época del año. Los valores medios máximos, en densidad de pies, altura de las plantas, número de hojas y cobertura se alcanzan en primavera y verano, mostrando mayor frondosidad y un color verde intenso.

Morfología y anatomía
La seba es una planta herbácea perenne, con tallo rastrero (rizoma) que va presentando nudos de los que salen las hojas hacia arriba y las raíces hacia abajo. En la antigüedad, los tallos eran mascados debido a su sabor dulce y se llamaban “reveriñas”.

Las hojas son alargadas (10-70cm) y estrechas (4mm), agrupadas en haces de 2 a 4, y pudiendo llegar hasta 10.

La elongación del rizoma en paralelo al sustrato, permite a la planta extenderse, en el caso de la seba con bastante rapidez, pudiendo crear una pradera en tan solo un año. Este sería un crecimiento plagiotrópico, pero también se puede dar el crecimiento ortótropo o vertical que ayuda a las praderas a mantener sus hojas por encima del sustrato, cuando por ejemplo, tras un temporal, grandes cantidades de sedimento han cubierto los sebadales existentes en el fondo. Gracias a este tipo de crecimiento las hojas vuelven a salir del fondo sedimentado.

Reproducción
Como otras fanerógamas marinas, la seba puede reproducirse tanto de forma sexual, por medio de la formación de flores, frutos y semillas, como de manera asexual (clonación), mediante la elongación de sus rizomas y formación de nuevos haces con idéntica información genética.

Importancia de los sebadales

– Suministran alimento y refugio a muchas especies, siendo un hábitat riquísimo en biodiversidad: algas (hasta 53 especies), peces, chocos, gusanos, caracolas, esponjas, crustáceos, moluscos, equinodermos… Incluso a veces son frecuentados por nuestra querida tortuga boba. También son el lugar de puesta de muchas de estas especies y se consideran guarderías marinas, donde se crían los alevines y juveniles de las mismas.

– Generan oxígeno y gran cantidad de biomasa gracias a la fotosíntesis.

– Juegan un papel importante en el reciclaje de los nutrientes: atrapan y producen detritos y excretan materia orgánica disuelta.

– Amortiguan el efecto del oleaje y de las corrientes marinas sobre el fondo, evitando la erosión costera, ya que retienen los sedimentos gracias a su sistema de raíces y rizomas.

– Mejoran la calidad de las aguas, aumentando la transparencia y comportándose como un indicador biológico del buen estado de conservación del litoral, es decir, aseguran las mejores aguas para bañarse.

Los sebadales son plantas muy sensible y como hemos dicho precisan de unos requerimientos ambientales para desarrollarse; cuando estos cambian y alcanzan valores que exceden su rango de tolerancia, las plantas sufren stress ambiental; si los cambios persisten o se intensifican pueden deteriorarse o incluso morir, lo que provoca la desaparición de las praderas. Al desaparecer estas, también lo hacen los servicios que proveen, perdiéndose entre otros la productividad, la biodiversidad y la protección del borde costero. Por tanto está en nuestras manos preservar estas condiciones ambientales lo más estables posible.

Con nuestras excursiones desde Corralejo pretendemos mostrar a nuestros visitantes los encantos de este paraíso, e informarles sobre la fauna y flora que puebla este rincón del planeta, rico en biodiversidad.

El Equipo de FuerteCharter

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