Uno de los edificios más interesantes y emblemáticos de Fuerteventura, de gran significado histórico tanto para la isla majorera como para el Archipiélago Canario, es la Casa de los Coroneles; una construcción señorial, situada en el malpaís de la Arena, a las afueras de La Oliva, que resalta tanto por la historia que representa como por su arquitectura.
Se trata de un edificio cívico-militar, que comenzó a construirse en la segunda mitad del siglo XVII bajo las órdenes de la familia Sánchez-Dumpiérrez, y que sorprende por su gran dimensión, que contrasta con el paisaje desértico y llano en el que está ubicado. La familia Sánchez-Dumpiérrez ejerció el cargo de Coronel de Milicias Provinciales reiteradamente —convirtiéndolo en vitalicio y hereditario— y llegó a crear una aristocracia militar sumamente poderosa que dominaría la Isla a finales del siglo XVIII.
¿Por qué adquiere tanto poder la figura del Coronel frente a la de los señores?
Una vez que Fuerteventura forma parte de la Corona de Castilla, se establece el sistema de señoríos, siendo la familia Arias de Saavedra la que ostentaba el título de Señores de Fuerteventura. La Corona es consciente de que cada vez posee menos capacidad de gobernar sus territorios, ya que están en manos de señores que gobiernan a su antojo, y decide crear un regimiento militar a las órdenes de un Coronel que vaya haciéndose con el mando de la Isla. En 1708 se crea el Regimiento de Milicias y su coronel asume el cargo y los deberes de Gobernador de Armas; la misión de este cargo será la de restar poder a los señores de la Isla: primero les arrebatan el poder militar y, con el paso de los años, el coronelato se convierte en el verdadero terrateniente, gobernando toda la isla desde su casa-fortaleza: La Casa de los Coroneles. Los señores de Fuerteventura residían en Betancuria, pero los Coroneles deciden asentarse en la Oliva, con lo que comienza a perder importancia Betancuria y empieza el crecimiento político, económico y social de la Oliva, llegando a vivir por aquella época su mayor esplendor.
La Oliva se convierte así en la urbe más importante de Fuerteventura; el Coronel manda construir la Iglesia de la Oliva (la más grande de la Isla), y crea a su alrededor un importante mercado; incluso, el primer coronel compró la imagen de la virgen de la Candelaria, restando así importancia a la imagen de la virgen de Betancuria. Llegaron a convertirse en la familia más rica de las Islas Canarias. Fue tal el poder que adquirió el coronelato que comenzaron a vivir como auténticos señores –se sabe que hubo un refinamiento artístico y social esplendoroso–; entre las nóminas que se encontraron de la Casa había, incluso, una pianista traída de Francia, lo que hace gala del refinamiento y la sensibilidad artística que tenían. Muchos pintores de gran importancia pasaron por esta casa y plasmaron retratos de los Coroneles de la Oliva.
El conjunto arquitectónico de La Casa de los Coroneles es una clara representación de este “poder” que ostentó la familia. Se trata de una edificación inspirada en las casas rústicas de la nobleza canaria (como las que se construían en aquella época en la Laguna de Tenerife), pero mejorada. Estaba formada por varias zonas o edificios que tenían cada uno su función: la plaza de armas, el aljibe, las caballerizas, la explanada de actos, el rededor agrícola… En todo este conjunto se encontraba la casa del médico, la farmacia, la zona del administrador de la finca, la carpintería, la herrería…; y en la zona central, como un castillo poderoso, el edifico donde residía el coronel y su familia. El coronelato adquiere su mayor esplendor en el XVIII pero, ya a lo largo del siglo XIX, las nuevas coyunturas económicas, políticas y sociales llevan al lento deterioro del poder militar en Fuerteventura. Poblaciones como Puerto Cabras y Antigua van adquiriendo importancia como núcleos poblacionales. Los Coroneles perderán el poder político-militar, no así el económico, que mantendrán aún después de la desaparición del cargo.
Actualmente la Casa de lo Coroneles es un museo que deja entrever el poder que algún día existió en Fuerteventura.
Equipo FuerteCharter