La Esfinge de las Tabaibas (Hyles euphorbiae tithymali) es un lipedóptero nocturno (polilla) endémica de las Islas Canarias. Representa una de las 1.200 familias que componen el orden de los esfíngidos, y dentro de la fauna de Fuerteventura, a pesar de no ser uno de sus habitantes más extendido, llama muchísimo la atención por el vistoso colorido de su cuerpo.
El nombre de Esfinge de las Tabaibas le viene porque su oruga reside justamente en estas plantas, tanto en la Tabaiba dulce (Euphorbia regis-jubae), como en la Tabaiba amarga (Euphorbia obtusifolia), que además le sirven de alimento a esta especie herbívora, que prefiere sin duda las puntas tiernas y las flores, que puede devorar en pocos instantes.
El veneno de las Tabaibas es completamente inocuo para la oruga; al contrario, le sirve de aliado biológico, ya que lo acumula en su cuerpo y lo conserva incluso al convertirse en polilla, generando un desagradable sabor amargo en los depredadores, que si comen alguna no volverán a probarla en la vida. Además, son capaces de regurgitar ese veneno, de color verde fluorescente, cuando se sienten atacadas.
Como defensa ante sus depredadores, en su mayoría aves, poseen también unos espectaculares colores eléctricos a lo largo de todo su cuerpo, con rayas verdes, amarillas, azules, unos dibujos negros en forma de ojo y una mancha rojiza en la cabeza (el rojo, amarillo y negro suelen ser colores de advertencia en la naturaleza). Estos colores que le sirven de defensa, las transforman también en una de las especies más vistosas de la isla, confiriéndole atractivos exóticos.
Suelen encontrarse con más frecuencia en los meses de junio a septiembre, y un lugar donde es impresionante encontrarlas es en el Parque Natural de las Dunas de Corralejo, donde dejan pequeñas huellas en la arena dorada, al desplazarse entre Tabaibas (simulando huellas de diminutas bicicletas).
Los individuos adultos de esta especie de la fauna de Fuerteventura, presentan costumbres nocturnas y crepusculares, de ahí que no sea muy fácil encontrarse con ellos, pero en ocasiones pueden verse a plena luz del día, sobre todo aquellos individuos más jóvenes.
En primavera es posible encontrarlas formando llamativos agregados sobre las hojas de las plantas a las que hacen de huésped.
El tamaño de la oruga adulta puede llegar a alcanzar los 15cms y, cuando han cumplido su ciclo, bajan de las Tabaibas y se entierran en la arena para iniciar la fase de crisálida y convertirse en pupa, que dará lugar a una polilla ya no tan bonita y llamativa como la oruga, pero sí de grandes dimensiones, con una envergadura alar de entre 5’4 y 7 cms, lo que las transforma en la especie con mayores dotes para volar dentro de las polillas. Sus alas se mueven tan deprisa que su revoloteo produce un silbido como el abejón.
El color deja de ser vistoso para transformarse en un marrón parduzco con algunos dibujos blancos, aunque hay especies cuya polilla es de color negro.
Presentan las espirotrompas más largas que se conocen en todas las polillas; es el órgano que les sirve, a modo de pajita, para chupar el néctar de las flores tubulares. Cuando no las usan las repliegan debajo de la cabeza.
Al final de su vida, las polillas hembra sueltan unos 8-10 huevos verdosos, que darán lugar, cada uno, a una llamativa oruga, que iniciará de nuevo el ciclo de vida de la especie.
Si te encuentras alguna de estas orugas en tu camino no las temas, pero tampoco las molestes si no quieres que te escupan el veneno de la Tabaiba. Simplemente observa la maravilla de la naturaleza, que es capaz de crear tan maravillosos especímenes.
El equipo de FuerteCharter