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La Foca Monje: un antiguo habitante de la isla de Lobos

Como muchos de vosotros sabéis, uno de los mayores atractivos de nuestras excursiones en barco desde Corralejo, es la visita a la  vecina isla de Lobos.

La isla de Lobos recibió este nombre porque en la antigüedad era una colonia donde habitaban gran cantidad de ejemplares de Foca Monje del Mediterráneo (Monachus monachus), conocida también como Lobos marinos o Vacas marinas, que a día de hoy han desparecido totalmente de nuestras costas.

La calidad y biodiversidad marina de estas aguas, junto con la soledad y aislamiento del que disfrutaban en este entorno, hizo de la Isla de Lobos un rincón ideal para el desarrollo de esta especie, que llegó a juntar varios millares de ejemplares.

Al iniciarse la conquista de las islas, estos animales fueron perseguidos y cazados por los conquistadores, que ansiaban su cuero, su grasa y su carne, llevando a la especie a su completa desaparición en nuestras costas allá por la edad media.

Fuertecharter | isla de lobosDescripción
La foca monje del Mediterráneo es un mamífero pinnípedo, de la familia de los fócidos, y una de las especies más raras que existe. En la antigüedad poblaba las aguas de todo el mar Mediterráneo y del Atlántico del norte de África, llegando hasta Madeira, Canarias y Cabo Verde, y sus restos se remontan a hace 14 y 12 mil años.

El nombre de foca monje tiene dos interpretaciones: por un lado hace referencia al carácter aislado de esta especie, que suele habitar áreas costeras de difícil acceso y alejadas de la presencia humana —como los monjes, que se aislaban en monasterios lejanos—, y por otro lado, los pliegues que forma la piel de alrededor del cuello de estos animales puede compararse a los pliegues de la túnica sobre los hombros de los monjes franciscanos.

Presenta un cuerpo robusto, con cabeza redondeada y extremidades cortas en forma de aletas. El tamaño habitual de los machos ronda los 300cm., y el peso los 350kg., mientras en las hembras las dimensiones alcanzan los 290cm. y 300kg.

El pelo que recubre todo su cuerpo es corto y de color gris o marrón oscuro (blanco en el vientre).

Hábitat y distribución
Esta especie suele buscar refugio en grutas marinas, aunque en el pasado, cuando eran colonias abundantes, ocupaban también playas de arena. Puede resultar fácil imaginarlas tomando el sol en la Playa de La Concha del Islote de Lobos.

En la antigüedad se distribuían, como hemos dicho, por todo el Mediterráneo, teniendo gran representación en España (Baleares, Cataluña, Alicante, Murcia, Almería y Canarias), pero poco a poco, la mano del hombre, la avaricia de los pescadores, que veían amenazados su bancos de peces, y la explosión del turismo las fueron relegando a espacios cada vez más escondidos, y en la actualidad, como representación española solo quedan dos ejemplares en las Islas Chafarinas (colonia española en el Mar de Alborán, al Oeste de Melilla).

En el resto del Mediterráneo y del Atlántico el número de estos ejemplares se ha visto mermado hasta cifras preocupantes, contando en la actualidad con tan solo 500 ejemplares como representación mundial; por lo que es una de las especies en mayor peligro de extinción del planeta.

Reproducción
Las colonias de foca monje están dirigidas por machos adultos de gran tamaño. Suelen reproducirse en cuevas escondidas, para no ser molestadas, y el ciclo de gestación dura 10 meses, dando a luz cada hembra una sola cría que depende absolutamente de ella durante 3 meses.

Alimentación y costumbres
Suelen vivir unos 20 años, alcanzando la madurez sexual a los 4. Viven tranquilamente en grupos y no suelen alejarse mucho de la costa si no es para buscar alimento. Comen peces y moluscos, preferiblemente en las horas sin luz. Su costumbre de buscar pescado en las redes de pescadores le han traído la enemistad de este gremio, que las ha perseguido durante años, siendo una de las causas de su peligro de extinción.

Distribución actual
En la actualidad la mayor colonia de foca monje, descubierta en 1945, se encuentra en la Península de Cabo Blanco (frontera entre Mauritania y el Sáhara Occidental), contando con unos 250 ejemplares de los 500 existentes en el mundo, situación muy peligrosa para la especie, pues puede verse afectada por cualquier anomalía que termine con un gran número de ellas, al encontrarse tan localizadas en un mismo espacio (por ejemplo ser atacadas por una toxina, como ya ocurrió en 1977). Existe otra colonia en Madeira.

Los motivos que hemos contado anteriormente hacen de la extinción de esta especie un hecho inminente que está intentando frenarse gracias a varios proyectos de recuperación de la misma.

En el próximo artículo hablaremos del proyectos de reintroducción promovido por la Dirección General de Conservación de la Naturaleza del Ministerio de Medio Ambiente y la Viceconsejería de Medio Ambiente de Canarias, que pretende reintroducir la especie en la fauna española a través de las islas.

El Equipo de FuerteCharter