Sin duda en nuestra isla de Fuerteventura contamos con una extensa fauna de aves, pero una de estas especies además es endémica de esta isla de las Canarias: la Tarabilla.
Este singular pájaro de la avifauna majorera tiene además la característica de ser la única especia que, siendo exclusiva de las Islas Canarias, solo habita en una de las islas, por este motivo, los majoreros deben sentirse orgullosos y tener un especial cuidado en la conservación de la misma. Hasta principios del siglo XX la Tarabilla habitaba también en los islotes de Alegranza y Montaña Clara, al norte de Lanzarote, Saxicola dacotiae murielae, pero en la actualidad solo se encuentra en Fuerteventura, Saxicola dacotiae dacotiae. El resto de aves endémicas de Canarias, como las dos palomas de laurisilva, el mosquitero canario y el pinzón azul, se distribuyen al menos en dos islas del territorio.
La Tarabilla canaria es un ave paseriforme de la familia Muscicapidae, que habita en terrenos secos y pedregosos. Posiblemente procede de la especie de Tarabilla común, evolucionada por su aislamiento en la isla, a la que llegaró hace unos dos millones de años, en el Pleistoceno.
Es un ave de tamaño pequeño, cuyo cuerpo recuerda al de un petirrojo pero más estilizado. Tiene unos colores contrastados, pardos, con la cabeza negruzca y la espalda y alas con listas blancas. Tiene una lista circular blanca, que le llega hasta detrás de los ojos. Los laterales del cuello también son blancos (en el caso del macho), al igual que el vientre. El pecho es anaranjado. La hembra presenta colores más apagados y la cabeza marrón con estrías.
Respecto al hábitat, es una especie muy fiel a su territorio, permaneciendo toda la vida en el mismo lugar, a no ser que ocurran acontecimientos de excepción, como por ejemplo el divorcio de su pareja, que suele darse en casos muy aislados, ya que también suele ser una especie muy fiel a su cónyuge.
Se encuentra en terrenos rocosos y en barrancos con vegetación, como pequeños palmerales y zonas con aulagas, aunque en ocasiones puede frecuentar espacios más abiertos y áridos, como el malpaís.
Para conseguir su alimento y el de sus polluelos, suelen colocarse en posaderos en lo alto de arbustos, desde donde tienen una vista privilegiada para lanzarse sobre pequeños invertebrados, y sobre estos posaderos constituyen verdaderos modelos para los aficionados al mundo de la fotografía de aves.
Suelen realizar dos puestas al año, con 4-5 huevos cada vez, que incuban durante 13 días.
Esta especie está catalogada en peligro de extinción y actualmente se cuenta con unos 1300–1700 ejemplares adultos, que van en disminución. Las principales causas de este peligro de extinción es el fuerte desarrollo turístico que ha sufrido su hábitat en las últimas décadas, debido a la construcción masiva de viviendas, hoteles, campos de golf… que han fragmentado y reducido su territorio. Por otro lado le afecta también el excesivo pastoreo de ganado caprino descontrolado y la introducción de especies como los gatos salvajes y las ratas negras, que depredan a sus polluelos.
Desde 1999 existe un plan de conservación para esta especie y, debido a su alta tasa de reproducción, es posible que se franquee la dificultad de su supervivencia si se tiene un poco de cuidado con su entorno.
El Equipo de FuerteCharter